Dejar volar la imaginación es un ejercicio tan común entre los mortales ya sea uno que se dedique a una disciplina creativa u otro, que se ocupe de las simples labores cotidianas. En cualquier caso, la información que tenemos a la mano se convierte en el vehículo que normalmente usamos; la calidad y el grado de impresión causada por dicha información, determina la potencia del combustible asignado y ¡zas! emprendemos nuestro viaje.
Después de haber conocido a Marlon Brando y James Dean a través del cine, en la segunda mitad de los 50 aparecieron, como extrañas criaturas transplantadas de otro planeta, pandillas de rocanroleros: Los teddy boys criollos en las calles de Lima ¿Vivían nuestros “rebeldes” la misma situación socioeconómica que sus pares americanos o ingleses?
“Básicamente todo se redujo al hecho de que [al inicio de los cincuenta] al haber un mayor nivel de empleo, los teenagers tenían dinero para gastar. Si eran blancos, aunque procediesen de los peores suburbios, ya nunca pasarían hambre. Por el contrario iban a encontrar empleos estables y ganar dinero. Incluso tendrían tiempo para gastarlo. Desde hace treinta años, tanto en Inglaterra como en América, la mayoría de chicos de la clase obrera salían de los colegios con un sentimiento de frustración muy definido; podían engullirse en un mal trabajo, salir del país a ganar guerras o terminar en las colas del subsidio por desempleo” (1).
Recuerdo que las revistas Para ti (argentina) y Ecran (chilena), que circulaban por aquí en los primeros años 60’s, publicaron sendos artículos (al parecer de la misma fuente) sobre los mods y los rockers; poco después todo el mundo trataba de conseguir una receta médica clandestina para lograr que en la farmacia les vendan algún tipo de anfetaminas; o peine en mano; buscaba un espejo para acicalarse maniáticamente.
En 1966 se difundieron las primeras fotos de Mamas & The Papas, pero sólo fue, poco después que la radio popularizara Monday, Monday y California Dreamin’, que Lima se vio progresivamente invadida por chicos y chicas con túnicas y camisas floreadas luciendo collares de semillas. No interesaba el origen ni la filosofía de ningún movimiento, sólo parecer uno de ellos. Ser un hippie criollo (2).
Con respecto a las drogas, la información se infló y deformó convirtiéndola en un verdadero combustible. Los medios, dejando de lado o minimizando la información, que debió ser clara y completa, sobre los experimentos con psicodrogas de los Drs. Timothy Leary y Ken Kesey, lo resumieron todo en algo así como: “Los grupos de rock de moda en San Francisco tocan drogados bajo luces de colores para chicos y chicas, que en pleno trance, bailan bajo los efectos de algún alucinógeno…”, y casi como que resaltaban, “…para los jóvenes de hoy, sin drogas no hay diversión…”. Es decir, después de eso… ya podemos alucinar qué pasó.
Pero para hablar de la psicodelia criolla, nos tenemos que olvidar del Haight Ashbury, el Fillmore, Pink Floyd o el club U.F.O., pues, parafraseando el verso de aquel vals se podría decir que “toda comparación es una ofensa”. La expansión de la mente se practicó aquí mucho antes de que se expandiera el uso de las drogas, lo que mínimo, nos debió hacer merecedores de algo así como el Novel de Química como veremos (y no sólo porque aquí se descubrió cómo seguir sobreviviendo sin trabajo y sin tener, siquiera, qué comer).
Para muchos, la experiencia psicodélica en primera instancia (no necesariamente implicó el uso de drogas) fue sólo sumergirse en la música y dejarse llevar por las corrientes de ésta hasta el clímax; para otros, o dicho de otro modo; dejar que la música penetre todo su ser y entregarse totalmente a su deleite, hasta que ésta le permita crear en su mente tal nivel de goce, que lo conduzca inevitablemente al éxtasis. Un intento de evocar, de representar la experiencia psicodélica con sustancias psicotrópicas.
“…La familia Ravines en pleno está almorzando como de costumbre. El televisor encendido con el volumen bajo y es la hora del show de Elena Cortéz pero eso, aparentemente, a nadie parece importarle.
—¡Ahí están!, todos se vuelven ante la voz de la hija menor que corre a levantar el volumen; en escena Los York’s con el “sacalagua” Pablo Luna en primer plano, que se desplaza como loco de un lado a otro como quien quiere aventarse desde de la pantalla; grita, salta… chilla y se tira al piso… se revuelca y gime…jadea…
—¡Ese está pichicateado!, sentencia el padre y todo el mundo se mira sin entender nada.
—Que seguro que se ha metido su droga ¿no ves?, traduce el hermano mayor y el que, al parecer tiene ‘más calle’ que todos los presentes.
—Hay, pero eso qué importa, ¡él se pasa!… canta 'neto' y a mi me gusta, suspira, la doncella.
—¡Cómo te va a gustar ese adefesio! Grita indignada la abuela, ¿no ves que ese es un enfermo? Desde que está parando con esas amigas de la vuelta esta chica está media rara, ¡ya vas a ver!... agregó amenazante, mientras que en la pantalla:
—¡Abraza!, abrázame baby… ¡abraza!, abrázame a mi... se aleja la voz del infectante…” (3).
Pablo Luna, vocalista de Los York's (1967)
Después vino la marihuana, pero antes de la popularización de ésta, se pudo ver en las primeras fiestas de los conjuntos de música chicha, a parejas de bailarines que durante el solo de guitarra entraban en trance, como idos, hipnotizados. En los grupos pioneros militaban excelentes ex guitarristas de rock. Estoy seguro que durante una de esas sesiones, en ese ambiente, en ese clima frenético creado por los 'punteos' del guitarrista, fue en el que se inventó la famosa coreografía achorada del “corte de venas”. Más tarde, cuando se apropiaron de los efectos de guitarra y las luces de la “música loca” la excitación llegó hasta límites del desenfreno. He allí, quizá, la causa principal de la gran convocatoria de este género.
Centrándonos ahora en el rock, si se hace una revisión de la música, o a una parte de ella; la hecha por Los Shain´s (última época), Los York´s, Laghonia, Traffic Sound, Telegraph Ave., El Álamo y El Polen, puede uno llegar a la feliz constatación que la psicodelia de los grupos locales no fue una copia tercermundista de la música creada, digamos, por Jefferson Airplane, Grateful Dead o Pink Floyd, como ocurrió en otros países de Latinoamérica e incluso de Europa. Resulta, que cuando todos los grupos de una zona o región toman como referencia, a seguir a uno o a unos pocos grupos líderes de determinado género, terminan todos siendo una subcopia y pareciéndose unos a otros. Sucede a menudo en el heavy metal de todas partes.
En conjunto, los grupos locales antes mencionados, presentaron un abanico de múltiples propuestas claramente diferenciadas que incluyeron una variedad de ingredientes, influencias y referencias tan rica como importante, que hizo la música de cada uno de ellos: singular, original. En los casos de Laghonia, Telegraph Ave., El Álamo y El Polen; la música registrada en los discos no llega a reflejar la atmósfera que éstos lograban crear en sus presentaciones; principal causa del éxito y gran arrastre que tuvieron (4).
Para terminar y sólo como dato anecdótico, se consignará que además del ácido, que finalmente llegó, hubo quienes experimentaron con Ayahuasca, San Pedro, Floripondio y demás yerbas que junto a otros mejunjes caseros o preparados por chamanes, yerberos y charlatanes como el aguardiente Volcánico de las Huaringas, la chicha Grado Ocho de Chiclayo y el jarabe Saca Diablo de Cachiche, que se ofrecían top-caleta en los mercados de los distritos y los mercados Central y Mayorista. Como se puede ver, una época en que la curiosidad no tenía límites. Pero en la cual, lastimosamente, se quemó valiosas neuronas y muchas veces como en el final de la fábula, “la curiosidad mató al gato”.
(1) Cohn, Nik (1973) Awopbopaloobop Alopbamboom, Nostromo, Madrid, España
(2) Fueron pocos, pero hubieron también, quienes siguieron el espíritu original.
(3) Ruiz F., E. Antonio (1991) La Enfermedad, manuscrito no publicado, San Miguel, Lima.
(4) “Estos ojos [y oídos] que algún día se comerán los gusanos” —como decía Eudocio Carrera Vergara— han atestiguado también, incontables e increíbles jams, que por la combinación de músicos y la música producida en ellos, resulta difícil intentar describirlos.