viernes, 28 de mayo de 2010

Rock and roll y Pandillas

Al hablar de los grupos juveniles en Lima es preciso diferenciar a los clubs de fans o los de rocanroleros de fines de los cincuenta; las pandillas de principio de los sesenta, algunas de las cuales fueron prolongación de los anteriores clubs; y los clanes post Beatles que se formaron ante el surgimiento, del todavía incomprendido, movimiento hippie.
Alrededor de la común admiración por un cantante de rock and roll, los chicos de un club de fans, se reunían en el patio, jardín o garaje de la casa de uno de ellos para escuchar la música y hablar de su ídolo; para practicar el nuevo ritmo o simplemente para estar juntos, para andar entre jóvenes. Vestían pantalones muy ceñidos, ‘al cuete’, lo suficiente altos como para dejar ver los calcetines de vivos colores, por lo general, todos con camisas de un mismo color y peinados con un gran tupé que aquí se le llamó ‘montaña’ o ‘Tony’. Eran ejemplo de niños buenos y limpiecitos como los de una típica familia decente, imagen que la american way of life se había empeñado por difundir en el mundo.
“Las chicas se ponían faldas plisadas a cuadros, chompa cerrada de cuello redondo y otra abierta con grandes botones, generalmente ambas eran del mismo color; medias cortas conocidas como ‘cubanas’; zapatos chatos y el cerquillo sobre la frente (…) Con esas pintas, surgen los clubes de rock and roll, en varios distritos de Lima… Las manchas de rocanroleros eran una realidad (…) El siguiente paso (y no de baile) fue el ‘bautizo público’ de las pandillas limeñas, ‘Los Bucaneros’ de San Isidro, ‘Los Tabacos Negros’, de Barranco, ‘Los Zoquis’ de Lince, etc.” (1). Otras pandillas famosas fueron ‘Los Gatopardos’ de Miraflores y ‘Los Tramposos’ de Magdalena.
Las pandillas de rocanroleros se formaron inspiradas en la imagen de los teddy boys difundida por el cine, eran admiradores de Elvis Presley, Bill Haley; los blue jeans, la casaca de cuero y la brillantina. Su preocupación era verse y actuar como un rocanrolero, lucirse y, su principal ocupación; estar parados en la esquina bromeando, ‘ciriando’ a las chicas y fastidiando a los transeúntes; al decir de ellos, pasándola bien.
Sin embargo, hubo un grupo de ellos que se tomaron a pecho lo de la rebeldía y la violencia, se aburrieron y salieron en motos o autos a buscar la acción que se traducía en buscar la sin razón para luego armar camorra y causar destrozos. La alienación dio para tanto que los que no tenían patillas largas se las pintaban con lápiz de cejas; el único elemento auténtico del rocanrolero limeño fue la conocida picardía criolla pues en la mayoría de casos la bribonada se iniciaba con el tradicional ‘perro muerto’ o ‘cabezazo’, es decir, consumir y luego pretender irse sin pagar.


“…nuestras travesuras no pasaban de molestar un poco a la gente… en realidad éramos tranquilos pero la cosa se fue poniendo brava. Un día, cuatro de esos payasos en moto vinieron y en la esquina, frente a nosotros, en Magdalena, se pusieron a posar como en un desfile de modas… se veían ridículos pasándose el peine por las sienes. Uno de los nuestros les gritó: ¡Buuuh, Rosquetes! Suspendieron su desfile, y se acercaron contoneándose hacia nosotros. Justo ese día Mateo y Héctor, los más experimentados en nuestro grupo no estaban. Los cuatro masticaban chicle grotescamente y el que parecía ser el líder, a la vez, que todos sacaban sendas navajas automáticas, muy cachaciento dijo: ¿qué les pasa a ustedes quieren que los destripemos? La verdad es que nos quedamos paralizados, mudos. Otro de ellos dijo: ¿y ahora, quiénes son los rosquetes...Ah? Guardaron sus navajas, nos dieron la espalda, se dirigieron a sus motos y arrancaron. Fue una humillación muy grande… nadie, nunca lo va poder entender, uno de los nuestros se había ensuciado en los pantalones. Al día siguiente acudimos al zapatero del barrio, él nos ilustró acerca de chavetas y navajas y nos dio un dato. Tres de nosotros fuimos por los alrededores del Parque Universitario y allí por donde se ubicaban las agencias de transporte interprovincial, los comerciantes, entre espejos, máquinas de afeitar, condones y otras chucherías ofrecían las navajas automáticas ‘made in Hong Kong’ que adquirimos inmediatamente. Ya nadie, nunca, volvería a pisotear a ‘Los Corsarios’. Eran hermosas y el llevar una de esas en el bolsillo producía una sensación especial, muy diferente por supuesto, a la que provocaba en la víctima, el ‘clic’ y el brillo de la hoja en la oscuridad de la noche, cuando se la mostraban (…) fue mi compañera inseparable por mucho tiempo, aún después de que ‘Los Cuervos’ se desintegraran… me hacía sentir seguro, aunque ya sólo la usara para pelar manzanas o limpiarme las uñas…” (2).

Si bien es cierto que estos primeros grupos tuvieron al principio un marcado sesgo machista, muy pronto ingresaron chicas muy audaces a sus filas, y algunas de ellas no se contentaron con desempeñar un papel de adorno, participando decididamente en las acciones del grupo.
Las pandillas limeñas de los sesentas fueron hijas deformes de la guerra entre los mods y los rockers ingleses del periodo prebeatle. Por no coincidir las circunstancias de aquel hecho con nuestro escenario socioeconómico y no haber espacio para los dos grupos protagonistas, aquí se perpetró un raro caso de apropiación, se tomó la estética, el narcisismo, la violencia, el anarquismo, las anfetaminas de uno y de otro y se mezcló todo en uno, como si se tratase de un Pisco Sour. A sus miembros, al no albergar dentro de sí un odio tan grande, y ni siquiera existir, un grupo enemigo hacia quien dirigirlo; no les quedó otra cosa por hacer que provocar a quien sea por cualquier motivo.

“…‘La gata’, era una chica de esas conocidas como ‘bala perdida’ que siempre llegaba al barrio en autos muy ruidosos y eso nos causaba bronca; vivía a media cuadra de ‘nuestra esquina’, en la que parábamos. Esa noche, tras el auto que la trajo, aparecieron dos más y bajaron unos tipos que nos gritaron insultos y groserías a las que respondimos en el mismo tono, alertando a los vecinos (…) Para nosotros sólo se trataba de unos ‘niños bien’ que eran ‘pura peliculina’ y como en nuestro grupo habían varios que sabían ‘parar su pleito’, más que bien, no nos inquietamos cuando ellos empezaron a acercase. Lo que no contamos era que iban a sacar cadenas con las que nos atacaron y lo único que nos quedó, fue defendernos como sea con la ayuda de otros muchachos del barrio, de los que hasta ese día, no éramos muy amigos. Los hicimos correr hacia sus autos, que recibieron sus buenas abolladuras, mientras trataban de arrancar. De esa noche, nos quedamos con grandes marcas de los cadenazos recibidos y una cadena perdida por los atacantes, que nunca más volvieron. (…) Días más tarde, decidimos ser pandilla y fundamos ‘Los Duques’; prometimos defender ‘nuestra’ esquina, nuestro barrio Magdalena, nuestras chicas y acordamos ir a la ferretería para comprar las diez primeras cadenas iguales al trofeo, pues, aunque sabíamos aplicar las ‘chalacas’ y manejar muy bien la cabeza como arma de ataque y defensa, había pues, …que ‘modernizarse’…” (3).

En realidad, el miembro de un fan club, pudo ser luego un rocanrolero, después un pandillero y más tarde militante de un clan, antes de llegar a ser un hippie criollo.


“¡Aceitillo, Glostora, Brillantinaaa!... fue un pregón muy popular en los años 50’s por los barrios limeños. Anunciaba a todos, que la conocida figura del hombre del maletín de madera había llegado, y con la ayuda de un frasquito que usaba como medida y de su mini embudo, proveería a sus caseros adultos y jóvenes, de aquellos cosméticos tan apreciados en esos años, además, de la gomina y la vaselina, útiles todos, para lucir un buen peinado, bien armado, duradero y sobre todo brillante, fresco como recién hecho. Los adultos habían sido admiradores de Valentino, Carlos Gardel, Jorge Negrete y todavía conservaban ese estilo; los jóvenes hoy lo eran de Presley, Eddie Cochran, Gene Vincent y querían lucir un impresionante tupé (…) Con el surgimiento de los Beatles, llegaron los cabellos largos y sueltos de una generación que no era muy allegada a la peluquería ni al peine, lo que precipitó la desaparición de ‘El Aceitillero’, ese tradicional personaje de las calles limeñas” (4).

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(1) Jiménez T., Wilfredo (1994) Los Años Sin Cuenta, revista Esquina, Lima, Perú
(2) “Marlo”, 66 años, testigo presencial, identidad reservada. A la muerte de “Cuervo”, miembro de ‘Los Corsarios’, en una de sus granujadas, éstos cambiaron de nombre a “Los Cuervos” e iniciaron una etapa violenta.
(3) “Rolo”, 64 años, ex pandillero, identidad reservada. Según cuenta la leyenda ‘Los Duques’ repelieron los ataques de ‘Los Gitanos’ de Balconcillo-La Victoria, de ‘Los Gatopardos’ de Miraflores y otros más.
(4) Ruiz F., E. Antonio (1981) Tradiciones del siglo XX, manuscrito no publicado. Miraflores, Lima.

martes, 25 de mayo de 2010

Los York's y la enfermedad


…Un grupo de niños con diferentes rasgos, un conjunto de rostros alegres, provenientes de diversas culturas; como una foto sacada de un especial de National Geographic. Los Huamán, Siu, Martinich, Charún, Sakimi, Quispe, Loo, Micheline, Reyes, Arakaki, Tupac, Chong, Polack, Uribe, Tanaka… todos juntos estudiamos, jugamos, despertamos y aprendimos a dar los primeros pasos en la vida, como era usual por entonces, en la escuela primaria…

La beatlemanía provocó la formación de muchos conjuntos en todas las ciudades del mundo y en Lima, después de las experiencias de los primeros grupos que se inclinaron más a la nueva ola, los conjuntos vocales, la música surf e instrumental; empezaron a formarse los primeros conjuntos de rock propiamente dicho, aunque todavía se aceptaba el término pop: la influencia de Bob Dylan “empujó al pop hacia su segunda fase y le cerró el paso al rock and roll” (1). Con los Beatles en el tope, todavía siguió predominando en el público limeño el gusto por la balada y artistas como Leonardo Favio y Roberto Carlos.
Es a partir de la “primera invasión inglesa”, que permitió conocer una variedad infinita de estilos y sonidos, cuando se acrecienta el interés por formar bandas. Es así que empiezan aparecer en todos los distritos limeños, conjuntos que ya mostraban su preferencia por un determinado estilo. Uno de esos grupos fueron Los York’s. Ese interés, estuvo marcado por ciertos factores: mientras que en los barrios pudientes gustaban de la música surf y tuvieron a la mano la información al día y los recursos técnicos; en los barrios populares preferían el rock duro, el sentir interpretativo y se tuvo que recurrir a la creatividad para suplir la falta de información y los escasos recursos técnicos: pronto en Jr. Paruro, los artistas del ‘pichicateo’(2), empezarían a construir las primeras grandes cajas acústicas que se usaron en las matinales, también guitarras eléctricas y amplificadores, luego vendrían los efectos artesanales o de la reconocida tecnología TIIP (técnica informal del ingenio peruano).
Además de ser capaces de montar un espectáculo de rock atractivo, potente y provocativo, Los York’s fueron el grupo que supo acertar con los ingredientes musicales, que el público joven de entonces (1966) deseaba ver reunidos en un acto, porque los miembros del grupo, tenían los gustos de un fan común y corriente. Después de “Ruber Soul” y “Revolver” de los Beatles, el fan informado sabía (siempre encuentra la forma de estarlo) que existían grupos como Blues Magoos, Troggs, Pretty Things, The Seeds, The Zombies, Count Five, Electric Prunes, Them…(3) además, de los conocidos Kinks, Who, Animals, Yardbirds y Dave Clark Five, pero el disfrute de esos sonidos y estilos era frustrado por la no publicación y difusión de ese material en nuestro medio.
Es decir, Los York’s ante las expectativas de los fans que casi siempre difieren de los mandatos de las disqueras y la radio surgieron en el momento preciso como un paliativo, para esa carencia, pero con efectos que nadie pudo predecir. Pero existe otro factor, quizá el más importante. Hablando de ingredientes y reuniones, además de representar sobre el escenario el frenetismo, la rebeldía y el descaro de aquellos jóvenes, Los York’s reflejaron tal vez —a diferencia de similares intentos— la imagen, cada vez más dibujada, de nuestra ahora tan mentada multiculturalidad y allí, residió quizá, el verdadero motivo de su amplia llegada a sectores populares de todo el país, más que en el número de patadas y roturas en cada concierto.

Tuve la oportunidad de ver a los York’s en sus inicios (‘67) cuando por la radio se anunció la inauguración del club “La Caverna” en el sótano del edificio de la esquina de Carabaya y Puno en el centro de Lima. A la entrada en la vitrina del local (antes había sido un night-club) se destacaba al lado de una foto de Los York’s, su 45 rpm “Vete al infierno” que ya sonaba en la radio (4); y en el interior, las paredes y el techo habían sido convenientemente decorados con textura rocosa y estalactitas incluidas. El grupo lo conformaban Román Palacios en la primera guitarra, Walter Paz en la segunda guitarra, Pepe Olivera en el bajo, Pablo Luna, vocalista y Pacho Aguilar en los tambores. La mancha habitual en los eventos rock concurrió en pleno y pudo disfrutar de un grupo simple, rudo, pero franco y que ya mostraba rasgos de su desfachatez. Todas las veces que pude concurrir, los asistentes rebasaron la capacidad del club y muchos quedaron afuera. Más adelante, ya con Jesús Vílchez en el bajo se fueron convirtiendo en infaltables en cada matinal.

“…En muchos casos, las chicas asistían a las matinales en compañía de un familiar —el cine era el lugar ideal para una cita con el enamorado no consentido—. La visión de la película transcurrió con normalidad hasta casi la mitad de la misma, cuando empezaron a silbar y golpear con los pies en mezanine para que corten la película y empiece el show, lo que finalmente ocurrió. El ambiente se notaba algo caldeado y empezaron, con visible prisa, a desfilar uno a uno los conjuntos hasta que les llegó el turno a Los York’s. Ya por la segunda canción, el cine estaba convertido en un loquerío. El público se había volcado al pie del escenario para bailar. A mi izquierda dos chicos con pinta de debutantes se habían puesto de pie sin atinar siquiera a menearse y miraban boquiabiertos el violento accionar del grupo con un Pablo Luna que señalando un sector de la platea gritaba:
—¡Mira tu! Provocando que las adolescentes ubicadas en ese punto lanzaran ensordecedores chillidos.
—¡Siéntate! Le dice a su hija, la señora de la fila de adelante tapándole la boca a la vez que la jala hacia la butaca; voltea y toma de la cintura a la amiga de su hija que mueve con violencia la cabeza revoloteando sus cabellos —¡Sien-ta-te!—, repite.
—¡Mira tu!

Arriba, recorriendo el escenario, el vocalista sigue hurgando al público con un dedo acusador, amenazándolo, retándolo; mientras el quinteto en pleno, retroalimentado por el ardor de la audiencia acelera la acción como deseando precipitar el clímax. A mi derecha, dos chicas entre asustadas y molestas encaran a sus enamorados que abstraídos por la música se contornean obscenamente:
—¡Ustedes no nos dijeron que era así!
En la fila de adelante la señora resignada ante el fracaso en sus intentos por calmar a las niñas, decide sentarse y cruzada de brazos se limita a ver horrorizada —negándose a creerlo— cómo en los pasillos, chicos y chicas, van cayendo presas de la ‘enfermedad’ y… ante los graves problemas de visibilidad tengo que ingeniármela para llegar adelante y no perderme lo mejor… el final…”
(5).

En las calles de Lima, en la comunicación entre los jóvenes, especialmente de los barrios llamados populosos y en un territorio amplio que comprendía a las unidades vecinales y barrios obreros de toda la capital, los jóvenes fueron creando una jerga que se fue difundiendo a través de los colegios, matinales, fiestas y clanes pero fundamentalmente, en la esquina del barrio. En un principio Los York’s y los Shain’s fueron los representantes de la “enfermedad” y el “ritmazo” respectivamente; términos creados por los fans para definir el estilo de estos grupos en los que encontraban cierta afinidad con el sonido de los grupos ingleses y del garage norteamericano, antes mencionados, que tanto les gustaban (6) y, para diferenciarlo de la otra música, la ‘fresa’ que les gustaba a los ‘farucos’ (monses, quedados). Otro término muy popular, entre muchos, que es importante mencionar es “neto(a)” que significaba buenazo, bacán, paja; sincero, auténtico. Quizá el cambio de personal, así como de horizontes musicales en Los Shain’s, ayudaría a dejar el camino libre a Los York’s, llevando al público a erigir la música del grupo como la “onda neta”.
Ya entre 1968-69, tuve la oportunidad de seguir sus actuaciones en las temporadas que organizaron ellos mismos en “El Arca de Noé” de Breña y en el “28 de Julio 2001” de La Victoria, cuando en Lima sólo se hablaba de psicodelia. Los dos Lp grabados, un mejor equipo y una técnica más acabada, había dotado al grupo de una soltura que se hacía notoria en el desarrollo de su show. Pasaban por un gran momento, habían encontrado su mejor sonido y todo era sólo felicidad. Los York’s fueron un conjunto sui generis, su público: fiel, fanático, y entre ellos, hubo una relación especial y poderosa. Los fans no sólo asistían a escuchar la música o a disfrutar del espectáculo, la mayoría de ellos iba porque en los miembros del grupo reconocían rostros familiares, como los de la gente de su barrio, y hasta es muy posible, como los de aquellos alegres compañeros de su lejana y querida escuelita fiscal (7).


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(1) Cohn, Nik (1973) Awopbopaloobop Alopbamboom, Nostromo, Madrid, España.
(2) En jerga criolla: pichicata = opio, droga, que se vendía en la calle Capón y alrededores; pichicatear = alterar, modificar, acondicionar, adaptar.
(3) No publicados en Perú, con excepción de The Seeds, The Animals, The Dave Clark Five y, que se recuerde, algún 45 rpm de Yardbirds, otro de Zombies y pocos más.
(4) Guillermo Llerena Godoy administraba aquel local y escribió la letra de “Vete al Infierno”.
(5) Ruiz F., E. Antonio (1982) Las Matinales de los 60s, manuscrito no publicado, Miraflores, Lima.
(6) La “enfermedad” no fue un nuevo ritmo. Como un fácil recurso comercial, las disqueras lo incluyeron en la etiqueta de los discos en la ubicación usual del ritmo de la canción: tango, valse, fox trot; o Go-Gó, que tampoco, éste último, existió como nuevo ritmo.
(7) Las Escuelas Fiscales, las Escuelas de 2° Grado y las Grandes Unidades Escolares eran verdaderos centros de encuentro multicultural.

miércoles, 19 de mayo de 2010

La partida de un gran cantor

Homenaje a Raúl Pereira*

La primera vez ke kedé realmente anonadado por la destreza musikal de EL POLEN y por la magna voz de RAUL PEREYRA fue eskuchando una inkreíble kanción, letra de doña doris moromisato: a diferencia de los otros! del disko signos. si bien siempre dichosa agrupación merodeo su nombre por diferentes edades y konstelaciones de la escena musikal lokal y a pesar de ke el mismísmo AVION raúl garcia, fuese pues tan cerkano a dicho grupo no fue sino hasta encerrarme y eskuchar el disko SIGNOS ke pude acerkarme realmente a esta banda y decir kon toda konvikción y no porke se haya ido mi tío don RAUL PEREYRA para mi hace años la mejor voz de la músika lokal y no porke fuese pues un superdotado barítono mezo soprano amikexuxa registro vokal ke haya tenido, sino porke al eskucharlo se siente en su voz la profundidad de lo ke dice, nos hace viajar por akellos parajes ke muchos de nosotros hacemos distantes, ajenos y deskonocidos y en kompañia de esta agrupación musikalmente impresionante nos la pone al alkance de todos.
Kizás al eskuchar EL POLEN uno pudiese imaginarse a un gigantezko personaje korpulento y agarrado, pero no, los hermanos pereyra son pues todo lo kontrario, komo se dice kallejeramente, de frasko pekeño, menudo, pelukón, jipezko. más interés pude también agarrarle a este grupazo kuando supe ke la musikalización de la espektakular pelíkula CHOLO era también de EL POLEN, así komo gregorio si no me ekivoko, desde ya me da pika komo mierda haberme perdido esos klásikos konciertos de EL POLEN vs DEL PUEBLO otro grupazo ke fusiona nuestra músika andina kon el rock, la urbe, lo aktual. es así ke seguimos esta konstrukción inútil de mitos ke se arriman a esa especie de olvido prekoz, esa falta de rekonocimiento y memoria kapaz de abandonar todo lo valioso y dejarlo a su suerte, es así komo don RAUL PEREYRA terminó sus días a merced de sus males y el olvido general ingrato de su gente, rekuerdo ke lo vi hace pokitísimo en la bodega de don pedrito, me kagaba de ganas de ir a saludarlo, pero para variar la prisa me llevaba hacia donde sea, al menos en mi keda la kalma de saber ke deskansa en paz y ke yo seguiré desde mi trinchera haciéndolo eskuchar! tuve la suerte de diseñar el afiche ke akí enseño, precisamente ese koncierto fue uno de akellos ke se hizo en pro de la salud de don raúl, tuve la suerte de estudiar los karteles antiguos de la banda y kontar kon este bello dibujo de rosamar korkuera, el dibujo original es la tercera parte del afiche, por lo kual siguiendo la tradición de los diseños de la banda, opté por duplikar hacia ambos lados de tal manera ke una vez en la kalle se pudiera konseguir el efekto visual de la multiplikación de los marzianos, así es ke vemos en 2 karteles juntos 3 personajes enteros y 2 listos pa kompletar más! seguramente seguiremos tratando de emular a RAUL pero dichosa voz permanecerá eternamente komo una de las más grandes del PERU! gracias.

*Por: Cherman
http://lamula.pe/2010/05/19/homenaje-a-raul-pereyra/40